ESCENA 1:
-
Personaje: ¿Qué es eso? (se agacha, recoge el
objeto y lo frota contra la manga de su saco) mmm… ¿Una insignia de plata?,
¿pero qué son estos signos tan incomprensibles? ¿latín?, ¿griego?, ¿romano?,
¡no, ya sé, quizás sea hebreo! , bueno (guarda el objeto en su bolsillo) wau,
¡ya es muy tarde!, ¡tengo que regresar a casa!
Su vida era cotidianamente
normal, como la de cualquier otro hombre a su edad, hasta que un día…
-
Personaje: ¡Hoy tengo que llevar toda la ropa
a la tintorería, pronto tendré un compromiso y no quiero estar poco presentable
para la ocasión!
ESCENA 2: (tintorería)
-
Dependiente: ¡Buenos días señor!, ¿En qué le
puedo ayudar?
- Personaje: (sonríe) ¡Muy buenos días! La
verdad necesito dejar en sus manos este saco y espero que lo dejen como nuevo,
como ¿a qué hora estará listo para pasar por el?
- Dependiente: No se preocupe señor, ya verá
usted que quedará como nuevo, confié en nosotros, nuestro prestigio nos
certifica como la mejor tintorería de la ciudad y puede pasar por el a las 3 de
la tarde.
-
Personaje: confió en ustedes, a esa hora
estaré por aquí.
Cinco horas después de
encargar el lavado de su saco en la tintorería, él regresa a la hora indicada.
-
Personaje: Muy buenas tardes, ya estoy aquí y
he venido a confirmar las buenas recomendaciones que me dieron con este lugar.
-
Dependiente: Tenga señor, aquí está su saco,
como nuevo, así como usted lo quería.
-
Personaje: La verdad quedo sorprendido con su
trabajo, y pues ¿cuánto es lo que le debo?
-
Dependiente: Son S/.19,80.
-
Personaje: Gracias (le entrega el dinero y se
retira)
-
Dependiente: ¡Espere! Se me olvidaba,
encontramos esto en uno de sus bolsillos, ¿es de usted?
Mirando fijamente el objeto
y a la vez con desconcierto, asintió con la cabeza y decidió usarlo, después de
su rescate inesperado. Aquí empieza realmente el encadenamiento de sucesos
extraños que lo acontecieron.
ESCENA 3:
Mira su reloj, eran las 3:30
de la tarde y decide ir a comprar un libro que necesitaba.
- Personaje: Aún es temprano, creo que por aquí
encuentro una librería y puedo comprar algún libro interesante para leer, en
caso de que no encuentre lo que estoy buscando.
Empezó a sentirse incómodo,
pues sobre él recaía una intensa mirada desde el ángulo más oscuro de la
librería por parte del dueño, aún así decidió repasando las añejas
encuadernaciones.
- Librero: (Se acerca con un tono de
complicidad, entre guiños y muecas) – ¡Aquí tenemos libros de Feifer!
-
Personaje: (lo mira intrigado, pues no
preguntó por dicho autor)
-
Librero: ¡Feifer estuvo en Pilsen!
-
Personaje: Okey, gracias.
-
Librero: ¡Debe usted saber que lo mataron.
Sí, lo mataron de un bastonazo en la estación de Praga! (se retira a su lugar y
permanece en silencio)
-
Personaje: (pensativo, compró un libro de
mecánica y se retira desconcertado)
Durante algún tiempo estuvo razonando sobre el significado
de dicho incidente, pero como no pudo solucionarlo acabé por olvidarlo.
Él caminaba por una plaza de los suburbios cuando un
hombre menudo, de faz hepática y angulosa, lo abordó intempestivamente y le
dejó una carta entre las manos
- Personaje: (leyendo la carta) Segunda sesión:
martes 4, calle Esperanza B-10.
ESCENA 4:
Varios sujetos extraños que
merodean y tienen insignias iguales. Se introduje en el círculo y le estrechan
la mano con gran familiaridad. En seguida ingresan a la casa señalada y en una habitación
grande toman asiento. Un señor de aspecto grave emerge tras un cortinaje y,
desde un estrado, después de saludarlos, empieza a hablar interminablemente
sobre los recuerdos de niñez hilvanados
con las más agudas especulaciones filosóficas, y a unas digresiones sobre el
cultivo de la remolacha fue aplicado el mismo método expositivo que a la
organización del Estado. Finaliza pintando unas rayas rojas en una pizarra, con
una tiza que extrajo de su bolsillo.
-
Presidente: (charla confusa)
Cuando termina, todos se
levantan y comienzan a retirarse, comentando entusiasmados el buen éxito de la
charla.
- Personaje: ¡Sí!, estuvo muy interesante,
realmente una de las mejores charlas que he escuchado en toda mi vida, es
impresionante como relacionaba cada idea, manteniendo la importancia que les
quería dar unas a otras
El disertante hace una seña
para que se acercara.
-
Presidente:
Es usted nuevo, ¿verdad? (desconfiado)
-
Personaje: Sí, tengo poco tiempo.
-
Presidente: ¿Y quién lo introdujo?
-
Personaje: Estaba en la librería de la calle
Amargura, cuando el...
-
Presidente: ¿Quién? ¿Martín?
-
Personaje: Sí, Martín.
-
Presidente: ¡Ah, es un colaborador nuestro!
-
Personaje: Yo soy un viejo cliente suyo.
-
Presidente: ¿Y de qué hablaron?
-
Personaje: Bueno... de Feifer.
-
Presidente: ¿Qué le dijo?
-
Personaje: Que había estado en Pilsen. En
verdad... yo no lo sabía.
-
Presidente: ¿No lo sabía?
-
Personaje: No -repliqué con la mayor
tranquilidad.
-
Presidente: ¿Y no sabía tampoco que lo
mataron de un bastonazo en la estación de Praga?
-
Personaje: Eso también me lo dijo.
-
Presidente: ¡Ah, fue una cosa espantosa para
nosotros!
-
Personaje: En efecto fue una pérdida
irreparable.
Mantuvieron una charla
ambigua y ocasional, llena de confidencias imprevistas y de alusiones
superficiales, como la que sostienen dos personas extrañas que viajan
accidentalmente en el mismo asiento de un ómnibus.
-
Personaje: mi operación de las amígdalas…
-
Presidente: (con grandes gestos) la belleza
de los paisajes nórdicos…
- Presidente: Pero antes de que se retire como
usted es nuevo en la organización permítame dejarle un encargo que espero
cumpla con suma responsabilidad tráigame en la próxima semana una lista de todos los teléfonos que empiecen
con 38.
-
Personaje: Prometo cumplir lo ordenado y,
antes del plazo concedido.
-
Presidente: ¡Admirable! -exclamó- Trabaja
usted con rapidez ejemplar.
-
Ahora tiene que conseguir una docena de
papagayos.
- Usted será enviado a una ciudad de provincia
a levantar un croquis del edificio municipal. Se ocupará de arrojar cáscaras de
plátano en la puerta de algunas residencias escrupulosamente señaladas.
-
Tiene que escribir un artículo sobre los
cuerpos celestes.
-
También adiestre a un menor en gestos
parlamentarios.
-
Llevará estas cartas.
-
Ahora espíe a aquellas mujeres.
De ese modo, poco a poco,
fue ganando cierta consideración. Al cabo de un año, en una ceremonia
emocionante, fui elevado de rango.
-
Superior del círculo: Ha ascendido usted un
grado, (lo abraza efusivamente).
- Personaje: (breve alocución, en la que se
refiere en términos vagos a su tarea común) -aclamado con estrépito.
ESCENA 5:
-
Prima: ¿Qué estás haciendo?
- Personaje: estoy fabricando una gruesa de
bigotes postizos pues había recibido dicho encargo de mi jefe.
-
Prima: ¿Para qué los bigotes, te volviste
loco?
-
Personaje: Este… No lo sé
- Prima: Tienes que hacerte revisar por un alienista, pues tu conducta no es precisamente la de un hombre
sensato.
-
Personaje: Cada cierto tiempo asciendo más de
grado y aún no sé de qué se trata esta organización tal vez sea una secta
religiosa o en una agrupación de fabricantes de paños.
-
Presidente: Llevas tres años en esta
organización y es momento que realices un viaje en el extranjero.
- Personaje: Fue un viaje de lo más intrigante.
No tenía yo un céntimo; sin embargo, los barcos me brindaban sus camarotes, en
los puertos había siempre alguien que me recibía y me prodigaba atenciones, y
en los hoteles me obsequiaban sus comodidades sin exigirme nada. Así me vinculé
con otros cofrades, aprendí lenguas foráneas, pronuncié conferencias, inauguré
filiales a nuestra agrupación y vi cómo extendía la insignia de plata por todos
los confines del continente. Ahora regreso, después de un año de intensa
experiencia humana, y aún sigo tan desconcertado como cuando ingresé a la
librería de Martín.
-
Personaje: Han pasado diez años. Por mis
propios méritos he sido designado presidente. Uso una toga orlada de púrpura
con la que aparezco en los grandes ceremoniales. Los afiliados me tratan de
vuecencia. Tengo una renta de cinco mil dólares, casas en los balnearios,
sirvientes con librea que me respetan y me temen, y hasta una mujer encantadora
que viene a mí por las noches sin que yo la llame. Y a pesar de todo esto,
ahora, como el primer día y como siempre, vivo en la más absoluta ignorancia, y
si alguien me preguntara cuál es el sentido de nuestra organización, yo no
sabría qué responderle. A lo más, me limitaría a pintar rayas rojas en una
pizarra negra, esperando confiado los resultados que produce en la mente humana
toda explicación que se funda inexorablemente en la cábala.
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